Desde que empezamos a tener visibilidad, muchos trataron de colocarnos encima un color. Dependiendo de quien nos tendiera la mano, nos ponían un día uno y al día siguiente otro. Es cierto que en esta sociedad si no eres quien de posicionarte hacia un lado u otro, puede que no se te tenga en cuenta. Como si no existieras o si no pertenecieras a la realidad.
Aunque ciertos movimientos no puedan ni deban llevar ni uno ni otro color, sí es cierto que el color importa y el nuestro en particular nació del negro más oscuro. Porque el negro es el color del duelo, porque negro es el futuro que tenemos por delante si no hacemos nada para cambiarlo. Y en ello estamos. Llevamos más de un año intentándolo. Llamando a puertas multicolores para que escucharan nuestra voz. Invitando a reuniones tanto a partidos políticos, sindicatos como a colectivos sanitarios o en defensa de la pública.
Al principio éramos nosotras quienes las reclamamos, porque nadie nos conocía ni sabía por lo que estábamos peleando. Por ello nos tuvimos que dar a conocer y qué mejor forma que con un trabajo previo: preparar el mensaje que queríamos mostrar; identificar cuáles eran los problemas reales y pensar que se podría hacer para solucionarlos; limar esas propuestas; pensar en la forma de que el mensaje llegara a todos por igual y un largo etcétera.
Según fueron pasando los meses, quienes antes recibían nuestros correos electrónicos y llamadas, eran ahora quienes querían cerrar reuniones, mesas de debate y minutos en radio y televisión.
Dicen por ahí que “si quieres que alguien te busque, deja de buscarle” y eso hicimos. Nos centramos, una vez presentados en sociedad, en intentar explicar con éxito a la sociedad que es lo que les estaba sucediendo a los profesionales de la sanidad pública. Y vaya si funcionó.
Haber llegado a la gente y que ésta nos mostrara su solidaridad, empatía y cariño, quizás ha sido el mayor premio. Teníamos claro desde el principio que una vez que la gente nos escuchara, nos entendería. Y estuvimos en lo cierto. Fue entonces cuando fuimos conscientes de que lo estábamos haciendo bien.
Pero volvamos a centrarnos en los colores. Una vez asentados, fuimos invitados en varias ocasiones al Parlamento de Galicia llegando a hablar con todas las fuerzas políticas, sin excepción, allí presentes. Llegamos a Bruselas al Parlamento Europeo de la mano del BNG, participamos en actividades y charlas organizadas por el PSdG y BNG, nos hemos reunido con Unidas Podemos y con su marca Galicia en Común, con En Marea y su nueva marca Marea Galeguista, con Ciudadanos Galicia a nivel autonómico, con Más País previo a las elecciones estatales …
También estuvimos en plenos municipales de diversos concellos a lo largo y ancho de toda Galicia intentando darle voz a lo que muchos ya conocían. Organizamos una mesa de trabajo con la mayoría de los sindicatos representativos para hablar de posibles mejoras, de problemáticas que quizás muchos no eran conscientes y así un largo etcétera de diversas actividades y reuniones varias.
Todo ello con la única finalidad de, una vez habiendo presentado nuestras credenciales, intentar mejorar nuestras condiciones laborales. Unas condiciones que cuando se vean subsanadas vendrán de la mano de una mayor calidad de nuestros cuidados.
En resumen, que hemos sido lo más transversales posibles. Hemos escuchado a todos y hemos hablado con todos. No todos van a comprar nuestras reclamaciones pero pese a ello seguiremos dando guerra.
Está claro que nunca va a llover a gusto de todos y que habrá quien siga colocando colores a nuestro colectivo, pero la realidad es que, pese a quien le pese, nuestro color ha sido, es y será siempre el negro, al menos mientras los problemas sigan, pasen los años que tengan que pasar y gobierne quien gobierne.
¿Y sabéis qué color representa la combinación de todos los colores? Habéis acertado, el negro más absoluto.
“Imagen del Banc d’Imatges Infermeres. Autoría: Ariadna Creus y Àngel García”