Llevas trece años siendo enfermera y aunque no es el momento de quejarse, algo te incomoda por dentro. Has ido mil veces a trabajar sin dormir y temblando porque no sabías a lo que te podías llegar a enfrentar.
Te han mandado a tantos servicios distintos y has asumido tantas responsabilidades y funciones desconocidas que has terminado el día sin saber cómo lo has comenzado, y siempre dependiendo de la ayuda de tus compañeras a las que sobrecargabas. En otras ocasiones la que ayudabas a las nuevas eras tú misma. Y es que somos sustitutas o más bien parches que colocan donde lo necesitan, un turno o dos o con suerte quince días.
Vives a golpe de llamada para contrato, respondes al teléfono con taquicardia e intentas escoger lo menos malo porque si te niegas corres el riesgo de que te penalicen un año al final de la lista. No conoces la estabilidad laboral ni las vacaciones. Cuando te proponen algún plan siempre respondes “no sé si puedo ir porque todavía no tengo contrato”.
Preparas indefinidamente oposiciones junto con otras miles de compañeras. Conseguirán plaza sólo unas pocas. Y tragas y te sigues formando a tu costa para ¨no cagarla¨. Porque las especialidades de enfermería son un embrión que no interesa desarrollar.
Y resulta que ahora te enfrentas a una pandemia y no hay equipos de protección individual para que puedas trabajar con seguridad. Por ahí no pasas. Reclamas proteger tu salud, la de tu familia y la de tus pacientes. Pero no hay mascarillas y tú eres una heroína o más bien una miserable mártir. Lo único que tienes claro es que hay personas enfermas sufriendo que sólo van a tenerte a ti antes de morir.
Y tragas y reutilizas la mascarilla por encima de tus posibilidades. Coses tus propios gorros y batas, y lloras emocionada cuando te donan EPI´s que quien gestiona debería haberte proporcionado hace semanas.
Somos 25.000 las y los sanitarios infectados. Sara, una sanitaria más, que murió con 28 años. Atendemos al personal compañero cuando ingresan con evoluciones graves. Yo puedo ser la siguiente. Ahora vivimos solas y llevamos un mes sin abrazar a nuestras hijas, a nuestros hijos, a nuestras madres y padres, a nuestras amistades por miedo a contagiarnos o, lo que es peor, a contagiar.
Quieren que sigamos siendo parches manipulables. ¿Lo vas a permitir?
Gracias @noeliabalfra