A estas alturas, es evidente que la pandemia ha cambiado nuestra forma de vida. Ha influenciado en prácticamente todos los ámbitos y en muchos otros nos ha despertado de nuestro letargo. De hecho, a día de hoy ya nadie duda que la visión que teníamos años atrás sobre los cuidados hospitalarios y extrahospitalarios ha quedado obsoleta y que se requieren cambios.
Algunos de esos cambios proyectados nacen en el Área Sanitaria de Vigo, uno de los laboratorios de pruebas del Servizo Galego de Saúde. Orientados hacia la necesidad de minimizar el riesgo de brotes de COVID, desde el SERGAS, han puesto el foco en el Hospital Meixoeiro, donde desde hace unos días, se están realizando cambios para adaptar las habitaciones dobles en individuales, entre otros.
Esto implica también a la figura del familiar/cuidador, muy importante en esta remodelación del sistema hospitalario. Se le permitirá acompañar al paciente durante toda su estancia, por lo que tendrá a su disposición una segunda cama en la habitación además de un menú de acompañante. A su vez, también en relación a la redistribución del Hospital Meixoeiro, se reforzará la plantilla de personal con la incorporación de un mayor número de TCAEs.
La idea en un primer momento suena bien: se minimizan riesgos con el fin de evitar la propagación del virus, aumentando tanto la seguridad del paciente así como su confort y satisfacción y de sus acompañantes. Una idea que sigue la línea teórica del Plan de Humanización, anunciado en las últimas fechas desde la Consellería de Sanidade.
Pero como en todo proyecto de remodelación, en este también existe una cara B. Una cara que pone en evidencia la necesidad de optimizar y, en la mayoría de los casos, mejorar la ratio enfermera:paciente. Es decir, gestionar con una mayor eficiencia los cuidados que se ofrecen en los últimos tiempos con cada vez menos personal y más precarizado.
En el caso del Meixoeiro, hablamos de que, de la mano del aumento del confort de los pacientes, vendrá también una disminución de la ratio enfermera:paciente, es decir, más pacientes para cada enfermera. Una dinámica que, de normalizarse, perjudicará enormemente a la atención prestada. Y esto no es algo que digamos nosotras, sino que es algo evidenciado por múltiples estudios realizados en diversos sistemas de salud, incluyendo el español. La eficiencia no es tan simple como hacer más con menos, sino evitar que la calidad de los cuidados no se vea perjudicada. Por ese motivo ponemos el acento en ello.
Entre esos estudios está el “Nurse staffing and education and hospital mortality in nine European countries: a retrospective observational study”, publicado en The Lancet en 2014, que destaca que «los recortes de personal de enfermería para ahorrar dinero podrían afectar negativamente los resultados de los pacientes», a la vez que advierte que «las enfermeras que atendían a un promedio de seis pacientes tendrían una mortalidad intrahospitalaria casi un 30% menor que los pacientes en hospitales en los que las enfermeras atendían un promedio de ocho pacientes».
En el estudio realizado en España, las conclusiones fueron similares, contando para el mismo la nada desdeñable cifra de 60 hospitales y 7.640 enfermeras de 532 unidades de enfermería hospitalarias.
Los ejemplos con respecto a las ratios, ya no sólo en el Área Sanitaria de Vigo sino a nivel general en toda las áreas sanitarias gallegas, hablan por sí solos, como por ejemplo el ratio de 1 enfermera para 17 pacientes, que se da a día de hoy en el Meixoeiro de Vigo. En este caso existen dos unidades de hospitalización en cada planta, en esquinas opuestas y separadas por un hall grande de ascensores. La inexistencia de una enfermera de refuerzo hace que la enfermera más cercana se encuentre muy alejada y en el caso de que requirieran su ayuda, dejaría expuestos a sus pacientes.
También conocido casos en los que turnos en Unidades Hospitalarias, con una gran carga de pacientes pluripatológicos y dependientes, quedan a cargo de equipos de dos enfermeras y una TCAE. Hablamos de ratios que llegan incluso a superar las dos docenas de pacientes, algo que en muchas ocasiones es difícilmente abordable y contraproducente a la atención que los propios pacientes requieren.
De la misma forma que se ven afectadas Unidades Hospitalarias, la disminución en ratios también afecta a Unidades de Cuidados Críticos como es el caso del Servicio de Reanimación del CHUO en Ourense o en la Unidad de Cuidados Intensivos del CHUS en Santiago de Compostela, donde se están atendiendo a pacientes COVID y no se cumplen los estándares marcados por la SEMICYUC.
De nuevo se intenta vender a la opinión pública como un proyecto pionero que busca mejorar la atención del paciente, en este caso en una Unidad Hospitalaria, pero la realidad es que con las ratios con las que se trabajan, el paciente no podrá estar debidamente atendido con la excelencia que nosotras las profesionales de los cuidados, querríamos para ellos. Si algo ha dejado clara la pandemia es que las enfermeras han respondido con profesionalidad y entrega en todo momento. Por la parte que le toca a la Administración, esperamos que en algún momento demuestre con hechos que ha tomado nota de todos sus errores con vista al futuro y entre otras medidas, alivie la carga de pacientes por enfermera con el fin de buscar una mejor atención y mayor seguridad. Mientras tanto, seguiremos intentando ser claras: la comodidad no es seguridad.
“Imagen del Banc d’Imatges Infermeres. Autoría: Ariadna Creus y Àngel García”