¿Sabéis cuando tenéis una boda pero dudais si comprar un vestido que total, sólo vais a usar una vez? Pues este año me está pasando lo mismo con las ceremonias de premios. Cuando nos otorgaron un premio Princesa de Asutiras que nadie pidió, creo que muchos de nosotors no acudió por no comprar ropa para la ocasión, pero con las bromas nos dieron otro, así que va a haber que ir pensando en comprar algo elegante, porque a este paso sí que lo amortizamos.
Diréis, ¿que sarta de tontería son estas? ¿a quien le importa la ropa? Ya, ya, pero, ¿que queréis que haga?. Esto es el conocido dicho de “reir por no llorar”. Mientras ellos nos dan medallas, yo podría irme de vacaciones si me dieran un euro por cada guante que se me rompe nada mas ponerlo. Y estaréis de acuerdo que, depende de donde tengas metido el dedo, un guante íntegro es de agradecer.
Nuestro querido presidente, después de revalidar un título que a todas luces le queda grande, se vino arriba otorgándonos honores que quizás sirvan para llenar 5 minutos de telediario del mediodía de la TVG, pero para poco más. La sanidad pasa por su peor momento; listas de espera eternas, material de peor calidad, personal de éxodo cara a otras comunidades e incluso para la sanidad privada…
Estoy viviendo un verano en el que no hay substitutos, cuando todos sabemos que es nuestra temporada alta. Los hospitales no distan mucho de ser como los pueblos costeros, en el verano se llenan de gente nueva que los lugareños no conocen, la diferencia es que en el pueblo son los turistas y en el hospital son los “novatos” (y lo digo con todo el cariño del mundo, que todos hemos sido novatos).
Y este año ni turistas en los pueblos ni novatos en los hospitales. Es normal, mucha gente que compagina trabajo en la pública y en la privada, ante la diatriba de tener que escoger, prefieren contratos más estables en las instituciones privadas, aunque el sueldo sea menor y la carga de trabajo, muchas veces, mayor. Pero es que la gente sin plaza comemos todos los días, no sólo en los meses de verano.
Así que, señor Feijóo, muchisimas gracias por la medalla, pero puede colgarla usted, total, los políticos ya están acostumbrados a colgarse medallas por no hacer nada. Mientras tanto, yo seguiré haciendo turnos a mayores porque no hay gente disponible, rezando para que los guantes aguanten toda la operación “introducción de enema” y sonriendo cuando la gente proteste porque la sanidad está mal, justo después de seguir dando su voto a quien desmanteló todo (Verín, ¿en serio? ¿los conceptos amor propio y espíritu de lucha os resultan familiares? Porque hasta donde yo se, tuvisteis que luchar con uñas y dientes por algo que era vuestro de pleno derecho y aun así volvieron a ganar…)
Eso si, ya tengo vestido en la cesta de la compra de la web de Bershka a punto de comprar, que veo que se me acumulan los eventos, yo creo que el próximo en caer es el Nobel (y si, del Berhksa, que tengo medallas pero no plaza y como sigan subiendo los años trabajados, así será por mucho tiempo).
¡Ya que no tenemos muchos derechos para disfrutar, por lo menos disfrutad de las medallas compañeros/as!