Habemus polémica. ¿Alguien mas tiene la impresión de vivir en el plató de Al rojo vivo? Porque cuando no es una cosa es otra, no hay forma de que no salte la liebre. Éstas últimas semanas estuve tan extasiada con la continua entrega de premios que no me acordé de comentar nuestro último gran logro como colectivo. ¿Una mayor estabilidad laboral? No. ¿Mejoras relativas a la conciliación familiar? Si oh, y que el BOE lo traiga impreso Papá Noel, también.
No compañeros y compañeras, hablo de algo que todos estamos pidiendo a gritos. El famoso bono turístico de 250€. Se que las opiniones son como los culos y cada uno tiene la suya, pero como ya nos conocemos de varios artículos anteriores, me siento con la confianza de daros la mía.
A ver, a mi que me sobornen no me parece muy ético, pero ya sabemos que la ética y la coherencia de esta gente es del estilo de “doblar turno no es legal cuando tu quieres juntar días para irte de vacaciones, pero si es preciso que me hagas la tarde y noche porque no tengo gente, la legalidad está sobrevalorada”.
Situados, ese tipo de gente es la que manda. Bien, pues a mi entender esto es un queda bien y no gasté nada. No estoy en contra de echar una mano ahora que todo o mundo está con el agua al cuello, entendámonos, y a mi me gusta un balneario como al que más, pero, ¿no tendría más sentido que lle dieran el dinero en ayudas directamente a ellos. No se, digo, sin intermediarios. Pero así matan dos pájaros de un tiro. Mira tu que listos estos de la Xunta.
Al final el problema viene del mismo sitio de siempre, la incomunicación. Estoy segura de que si nos hubieran preguntado en una encuesta telemática, los sanitarios acerca de qué nos gustaría que se invirtiera el dinero, la mayoría habríamos respondido que en equipos de protección individual. Mascarillas que no parezcan filtros de cafetera, batas aunque sean un poco impermeables y las pantallas de calidad, porque desde marzo y abril las ferreterías aunque no repusieran el stock, la gente del campo también tendrá que seguir desbrozando. Porque a todos nos gusta el ocio, pero más nos gusta seguir vivos.
Así que por un lado estamos los que ni nos acercamos al ordenador para pedir el bono, y por otro los que no les da el dedo para refrescar la página más rápido. Respetable, evidentemente. Pero el argumento “es que si no los usan con nosotras a saber a donde va a parar el dinero” no me convence. Es como si me dices que vas a una sucursal bancaria a atracar en plan “La casa de papel” porque si no gastas tu el dinero, el director del banco igual se va a las Maldivas de vacaciones. El dinero debería ir a parar a lo que urge ahora, protegernos ante una segunda ola que estamos viviendo. No en ir de vinos.
Esta pandemia nos cogió a todos con el pié cambiado y estamos jodidos, pero lo primordial es salir lo mejor posible y tirar para adelante. Y yo para eso prefiero una mascarilla FFP2 de las buenas que un mojito.
Cuando por fin todo pase, iré de vacaciones gastando el dinero que gané trabajando, no un cheque que me dan para limpiar conciencias y hacer un lavado de imagen. No cuando tengo el recuerdo de mis compañeras con las manos quemadas de usar batas que tuvieron que lavar con lejía porque no tenían más y no las podían tirar.
Así que gracias, de verdad, pero por mi parte paso, no acepto ni sobornos ni limosnas, si hay algo que odie más que la clase política intentando comprarnos es un negacionista sin mascarilla por al calle diciendo que lo que nos va a matar son los bozales que nos obligan a poner los líderes mundiales y el 5G, no la pandemia.
Un bono de paciencia, eso sí que no nos sobraba.