Nuestro colectivo nació como un movimiento apolítico y asindical para protestar por la situación precaria de nuestra profesión, agravada en los últimos años por los recortes tanto en recursos materiales como humanos. Esta precariedad salió a la luz de la forma más cruenta posible durante la presente pandemia. Hospitales colapsados, personal insuficiente y por encima de todo, desprotección para luchar contra este virus.
¿Que por qué estamos a contar esto que no es nada nuevo? Porque nos mandan a luchar con espadas de cartón y escudos llenos de agujeros y después pretenden compensar a los soldados que sobrevivieron con un premio que no significa nada.
El premio Princesa de Asturias de la Concordia para el personal sanitario puede que sea el mayor lavado de imagen de la historia o la forma más descarada de querer desviar la atención para mantenernos en silencio. Más o menos parecido a esa supuesta subida de sueldo que proponían. Lo que realmente queremos y que siguen sin hacer es que nos escuche. Nadie pidió un premio, porque no hay premio que recompense a los compañeros fallecidos ni a los infectados que padecen las secuelas de esta enfermedad tanto física como psicológica, como laboral. No hay subida de sueldo que compense saber que entras en la habitación de un infectado con material defectuoso, jugando con tu salud como si estuvieras ante un trilero de la calle. Si levantas el vaso correcto aparece la bola, entonce estás salvada, tu máscara funciona. Si no, es uno de esos lotes defectuosos que no te progegen, que sólo cumple la función de dificultarte la respiración hasta marearte y nada más. Ningún Princesa de Asturias vale eso.
Hace una semana, mientras los medios se hacían hueco de este nombramiento, aplaudiendo esa elección, el personal sanitario protestamos en redes sociales por un reconocimiento que ni pedimos ni queremos. En lugar de premios lo que queremos son contratos dignos, que no nos avisen de la mañana a la tarde y aun encima tengas que entrar dando las gracias por trabajar. No queremos llegar a los almacenes de los servicios, esos cuya gestión fue privatizada hace años y ver que están desabastecidos. Queremos que los contratos se otorguen de forma justa y sin oscurantismos, que ya fueron demasiados años de amiguismos y de dar los contratos según caes en gracia o eres gracioso. No queremos seguir en contratos de “acúmulos covid” cuando los casos positivos en Sars-Cov-2 en nuestros hospitales afortunadamente ya son contados, sólo para que las jefaturas nos tengan atdas y terminemos rodando por todo el hospital haciendo funciones que no nos competen como cubrir horas sindicales, días de libre disposición e incluso vacaciones de compañeras.
Esas son parte de nuestras peticiones, de nuestras exigencias: dignidad, transparencia y que nos dejen hacer bien nuestro trabajo con medios suficientes Y no pensamos que un premio otorgado por una institución que es un lastre para el Estado como es la Monarquía, sea la solución. En todo caso ese dinero destinado a mantener toda una familia sin más trabajo que sonreir en las fotos, sería mejor invertido en una Sanidad Pública que agoniza lentamente, víctima de los recortes y de una gestión pésima.
Pero al final sólo es nuestra opinión, si los dirigentes de este país creen que en vez de sentarse con nosotras a hablar y buscar soluciones, lo mejor es darnos un caramelo para que quedemos contentas y comprar nuestro silencio con un premio de ésta índole, está claro que algo no estamos haciendo bien y si teníamos la esperanza de que esta tragedia sirviera para concienciarse sobre nuestra situación, mucho nos tememos que habrá que esperar a la siguiente pandemia para que reaccionen.
“Imagen del Banc d’Imatges Infermeres. Autoría: Ariadna Creus y Àngel García”