Viajar es una experiencia enriquecedora. De ello siempre aprendes algo. Bien empapándote de la cultura del lugar, de su historia y de su gente, de sus costumbres, de la gastronomía. Pero también ganas otro tipo de vivencias. Momentos impagables, situaciones que te hacen crecer como persona.
Si te dicen que vas a viajar a Bruselas a mediados de Diciembre, suena bien. Pero si lo que vas a hacer es representar a miles de profesionales y llevar sus reivindicaciones a un escenario como el Parlamento Europeo, la cosa cambia.
Los días previos son de preparación. Para releer y revisar la documentación, los datos que consideramos más importantes. Para tratar de deglutir y digerir todas esas explicaciones que piensas que la gente, que no viva tu situación, no podrá entender. Le das una y otra vuelta para tratar de que ese mensaje llegue al mayor número posible de personas. Para que puedan empatizar contigo y con tus compañeras y compañeros. Para que valoren lo que estás haciendo. Para que valoren esta profesión.
La llegada a Bruselas con madrugón incluido merece la pena. Estás al cien por cien y hasta el vuelo se te ha hecho corto. Tienes ganas de empezar la tourné de reuniones, visitas y carreras, muchas carreras, porque pese a la planificación, los tiempos siempre escasean cuando menos lo deseas.
Empezamos la mañana en la plaza de Luxemburgo donde una concentración de mujeres kurdas, contra el primer Ministro de Turquía, Erdogan, nos da la bienvenida a la antesala del Europarlamento, con su propia versión del “Un violador en tu camino”. La situación ya nos hace ver que estamos en un lugar donde las reivindicaciones y las denuncias forman parte de su antonomasia.
Entramos hacia la plaza que da entrada al Parlamento Europeo y las emociones empiezan a aflorar, pese a haber tocado tierra minutos antes. Nos citamos allí con Ana y con su escudera Pilar. En el centro de la plaza, y de frente, la entrada que tantas veces habíamos visto en imágenes. Llegamos a tiempo. Saludos en persona tras muchos intercambios de mensajes meses atrás.
Sin tiempo a poco más, cruzamos dos manzanas hacia nuestra primera reunión del viaje, con la European Public Health Alliance. Una reunión que a pesar del café, sabe a poco. Aunque empezáramos con timidez, las ganas de exponer la problemática eran muchas. Y te sientes más cómodo a medida que pasan los minutos.
Ahora de vuelta al Europarlamento pero en esta ocasión no nos quedamos a las puertas. Controles de seguridad, ascensores llenos de gente. Gente que a veces ni escuchando con atención sus palabras sabrías de su procedencia. Porque en Bruselas nada es lo que parece. Ves gente que identificas, que conoces de tertulias políticas. Preguntas si es quien tú piensas que es. No te equivocas. Que te quede bien claro dónde estamos.
Directos a una de las zonas dedicadas a la prensa, donde los diferentes medios de comunicación hacen directos, entrevistas y contenidos varios. Y nosotros que vamos a grabar una pequeña tertulia de quince minutos, con Ana como moderadora.
Nos sentamos en una mesa redonda, blanca y bien iluminada. Rodeada de cámaras. Nos colocan unos micros. Vamos estudiando las preguntas y el orden para las mismas. Ya ni recuerdas cual era la tuya así que intentas centrarte. A estas alturas ya nada puede salir mal. Al fin y al cabo no tienes a Ana Pastor preguntándote, pero también es Ana. Tras unos minutos de preguntas, salimos satisfechas del resultado. Y si no, un poco de edición lo arreglará todo.
Y el tiempo apremia porque nos espera la Vicepresidenta de la Comisión de Peticiones Tatjana Zdanoka, a la que expondremos directamente nuestra denuncia. Tour para llegar a la sala de la reunión y de camino a la misma, el lugar en que te encuentras sigue impresionando.
Para acabar de arreglarlo, la prensa esperando a nuestra llegada a la reunión. Sigues intentando envalentonarte pero no es fácil. Ana y Pilar le quitan hierro a la situación y con la mirada te dicen que todo irá bien, que estamos preparadas.
Entramos en la sala de reuniones y a los pocos minutos llega Tatjana Zdanoka. Nos habíamos informado previamente sobre su persona y la habíamos visto en fotografías. Llega con paso firme pero con pausa y nos saluda uno por uno. No se si darle dos besos o un apretón cálido de manos, pero me ofrece su mano y no voy a hacer lo contrario. No sabemos muy bien si existe un protocolo en donde debemos esperar a sentarnos hasta que ella lo haga. Se respira cordialidad así que iniciamos la reunión y con el empuje de Ana, exponemos nuestra situación. Posteriormente se unen a la reunión Marc, que nada más llegar nos muestra su predisposición total y un compañero del equipo de Tatjana, especialista en Derecho Comunitario, que revisa la denuncia y nos recomienda algunas posibles mejoras.
Ella atenta al desarrollo de la denuncia e intentando puntualizar en temas que considera importantes, como son los números. Para una matemática como ella, todo son números. Y para la Administración nosotros tan sólo somos números. Pero tras unos minutos de reunión Tatjana empieza a mostrar cada vez más interés, sorprendida de la situación en la que se encuentra nuestro colectivo. El interés que no muestra la Administración que nos contrata, lo estaba mostrando una política estadista. Nosotras fascinadas, y así se fueron las inseguridades.
Hay prisas, ya no nos sorprende. Finalizamos la reunión, es turno para la prensa. Le ofrecemos a Tatjana una chapa de nuestro logo. Ella acepta de buen grado con una sonrisa. Hasta a quien está registrando todo graficamente le fascina el momento en que, con la tranquilidad que le aportan los números, coge la chapa y la coloca en la solapa de su chaqueta para salir con ella y junto a un cartel de Enfermeiras Eventuais en loita.
Tocan declaraciones para la TVG detallando el motivo por el que nos encontrábamos allí. Toma las riendas Catuxa, Ana de escudera. Como siempre nuestra gran compañera, vuelve a lucir destreza detallando nuestras reivindicaciones frente a la cámara con esa seriedad y ese toque descarado que tanto nos gusta escuchar.
En segunda línea, observando con sutileza y registrando en su cámara fotográfica, Delmy, un reportero freelance que ha vivido situaciones y conflictos de todo tipo. A pesar de que debería estar acostumbrado, a prácticamente todo, se sorprende cuando le explicamos la situación que vivimos. Intercambiamos contactos, fotografías varias y un “seguiremos en contacto”. Otra muestra más de empatía y van tantas que ya nos sentimos como en casa.
Turno para la reunión con Isabel de la Mata, toda una eminencia en Bruselas y con un currículum que da vértigo. Nos reunimos con ella en una zona anexa a los estudios de los medios de comunicación, con unos cafés. Una charla interesante en la que nos apunta recomendaciones que escuchamos atentamente. Somos unas recién llegadas pero no somos tan idiotas como para obviar algo así y menos de un cargo como el suyo.
Son ya casi las siete y media de la tarde y noche cerrada en Bruselas. Pese a ello la iluminación de las diferentes estancias y oficinas del Parlamento, así como sus paredes blancas luminosas, te hacen sentir como si fuera pleno día. Pero aún queda pegarle las últimas pinceladas a la denuncia para presentarla formalmente y de forma digital en la web del Comité de Peticiones. Nos reunimos en la oficina de Ana y Pilar alrededor del procesador de textos y añadimos esos puntos que le darán más peso a la denuncia.
Se apagan las luces de la oficina. Porque mañana es otro día y aunque es el último día, no va a dejar de ser menos intenso que el de hoy.