Podría ser el título de una taquillera película de acción en la que la cosa se pone fea, el mal atiza con toda su crueldad al mundo y llega Chuck Norris al rescate y con unas patadas certeras se deshace del enemigo y restaura la justicia y el orden. Pim, pam, pum… y se acabó la historia. Todos felices.
Pero nada más lejos de la realidad, esta misma semana nuestro Conselleiro de Sanidade, el Sr. Jesús V. Almuíña, ha tenido que tomar (palabras suyas) una decisión difícil: el cierre del paritorio y las urgencias pediátricas del hospital de Verín. Las embarazadas, niños y sus acompañantes, tendrán que desplazarse 70,8 km según Google Maps si van desde el centro de este pueblo hasta su nuevo hospital de referencia, el CHOU, en Ourense. Serán más kilómetros si van desde los alrededores. Toda una hazaña si uno conoce un poco las sinuosas y tortuosas carreteras de esta zona… y más si uno va conduciendo con un poco de prisa por la urgencia de la situación.
La razón del cierre, argumenta nuestro Chuck Norris particular, es que no hay suficiente volumen de partos en la comarca para mantener dicho servicio en activo y, a la vez, la calidad y la seguridad de la atención sanitaria se vería mermada también por este motivo. Además, tampoco le han convencido las opciones alternativas que el propio personal del hospital le ha planteado, conscientes de la repercusión negativa de esta decisión para toda la población, ni se ha dejado conmover por las 20.000 personas que se han manifestado en contra durante el día de ayer en las calles de Verín.
La dispersión geográfica en Galicia es un problema para la atención sanitaria, pero supongo que cargarse la equidad en el acceso a la sanidad pública poniendo 70,8 kms de por medio no es una gran solución. Siendo médico como es, me sorprende que Chuck no sea conocedor de los múltiples problemas que pueden surgir durante y después del embarazo, tanto para la madre como para sus hij@s.
Sr. Almuíña, los partos, como usted bien dice, no son infartos, pero no todos los embarazos o partos desafortunadamente acaban bien ni se pueden postergar en el tiempo, al igual que muchas urgencias. Algunas, de hecho, se llaman emergencias por ser de importancia vital inmediata.
Sorprende también que uno de los suyos, el Sr. Feijoó, decidiese junto con su mujer hacer uso de una clínica privada hace 2 años y algún mes para dar a luz a su único retoño. Ambos colegas de partido se erigen como acérrimos defensores de la sanidad pública, pero luego parimos en la privada, con su habitación propia, sus camas de acompañante y todas esos lujos y comodidades personales. Habría que ver si en estos centros cumplen con los criterios de calidad por número de partos en comparación con un centro público como el de Ourense. A lo mejor nos llevamos una sorpresa y los cierran también por el bien del paciente.
Lo peor de todo es que esta película se está rodando en un escenario llamado Galicia, que va a la cola en tasa de natalidad en el país, y esto que está pasando no creo que sea de gran ayuda para mejorar la situación.
Por favor, Chuck Norris, deje de dar patadas al sistema público de salud. Usted tiene que ser el que nos salve, no el que nos destruya.
Y una última cosa le voy a decir, Chuck: si todo esto lo hace por aumentar la calidad, la seguridad y mejorar la atención sanitaria… tan difícil no debería ser la decisión.